Hábitos y consejos para un cerebro sano

Importancia de la salud cerebral

Las razones por las que es importante tener una buena salud cerebral son muy variadas, y es que hay que tener en cuenta que el cerebro se encarga de tareas asociadas al pensamiento, las emociones y el movimiento. Cualquier problema con el funcionamiento de este órgano puede generar complicaciones, algo que queda claro cuando pensamos en las enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer y el Parkinson, entre otras más.

Las decisiones cotidianas que tomamos pueden influir positiva o negativamente en la salud cerebral, por eso es que resulta necesario hablar del tema. El consumo de sustancias como el alcohol, el tabaco y las drogas, por ejemplo, está asociado a diferentes condiciones o enfermedades que afectan el cerebro; por otra parte, la actividad física y una buena alimentación pueden ayudar a mantener la salud cerebral.

Pero el declive de nuestras capacidades cerebrales no solo se ve afectado por esto que recién mencionamos, ya que el envejecimiento también influye en la degradación de las funciones cerebrales. Por ello es que las enfermedades que afectan el cerebro son más comunes después de los 60 años, según resalta British Medical Journal.

Muchos de los hábitos que vamos a compartir a lo largo del artículo han demostrado ser útiles en la prevención del deterioro cerebral, y pueden ayudar a las personas a tener un envejecimiento saludable.

Aunque parezca que se trata de un tema complejo, la verdad es que gracias a los avances en la medicina es posible saber con precisión qué hábitos benefician o perjudican el cerebro. Solo hace falta un poco de interés para aprender más sobre el tema y tomar medidas que tengan un impacto positivo.

De manera complementaria, te recomendamos leer nuestro artículo sobre las funciones ejecutivas del cerebro. 

Hábitos y consejos clave para mantener un cerebro sano

El estilo de vida influye de manera significativa en la salud del cerebro, tal como mencionamos en el apartado anterior. Los hábitos pueden beneficiar o perjudicar el cerebro, por lo que es importante prestarles atención.

La alimentación, por ejemplo, tiene un papel clave. De hecho, en un artículo en el que hablamos de alimentos buenos para el cerebro explicamos por qué es necesario tener una dieta equilibrada, en la que se consuma alimentos ricos en vitaminas, minerales y antioxidantes.

Un artículo de Mayo Clinic también habla sobre esto, resaltando que una buena alimentación puede incluso llegar a prevenir o retrasar los síntomas de la demencia. Hay quienes son más específicos y recomiendan que las personas adapten la dieta mediterránea, aunque excluyendo el vino, porque el alcohol es perjudicial para la salud y puede tener efectos negativos en el largo plazo.

Otro hábito que ha demostrado ser efectivo y ayuda a las personas a tener un cerebro sano es el ejercicio físico regular. Los estudios señalan que las personas que hacen al menos 150 minutos de actividad física por semana tienen un menor riesgo de experimentar el deterioro de sus funciones cerebrales y de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

Algunos beneficios adicionales del ejercicio son que promueve la neuroplasticidad, aumenta la liberación de neurotransmisores importantes para la salud del cerebro, y mejora el estado de ánimo y la calidad del sueño. Además, basta con hacer ejercicios de bajo impacto como nadar o subir escaleras, no hace falta mucho esfuerzo.

The Centre for Addiction and Mental Health explica que el estrés es un factor que también influye en la salud del cerebro, y que en el largo plazo puede ser causa de problemas como la ansiedad, la depresión y el abuso de sustancias. Si bien es una respuesta natural del cuerpo ante un determinado tipo de situaciones, cuando no se gestiona, puede tener efectos negativos.

Para gestionar el estrés basta con poner en práctica algunos ejercicios de relajación, y buscar ayuda con amigos y familiares. Esto último es algo que tenemos que destacar, y es que las relaciones sociales ayudan a las personas a tener un cerebro sano, y están asociadas a un menor riesgo de deterioro cognitivo y enfermedades neurodegenerativas.

Interactuar con otras personas estimula diferentes áreas del cerebro, y tiene beneficios para la memoria, la atención y la neuroplasticidad. Dedicar algo de nuestro tiempo a conectar con los otros nos puede ayudar a tener una vida más sana.

Esto se puede complementar con la práctica de ejercicios mentales y de estimulación cognitiva. Para hacerlo es posible descargar aplicaciones en el teléfono, aprender a tocar un instrumento o un idioma nuevo, o poner en práctica las estrategias recomendadas por un especialista.

De más está decir que para mantener un cerebro sano se deben evitar algunas sustancias perjudiciales como el alcohol, el tabaco y las drogas, y tomar medidas para cuidar la salud de manera general. 

Factores de riesgo que afectan la salud cerebral

Nuestras decisiones pueden afectar nuestra salud cerebral a largo plazo, y es que como mencionamos antes, hay algunos factores que pueden aumentar el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas, accidentes cerebrovasculares, infecciones y enfermedades mentales.

Es cierto que existe un componente genético y hereditario en algunas de estas condiciones, pero una buena parte de los casos de enfermedades que afectan al cerebro se deben a otros factores.

Tener una mala alimentación, hacer poca actividad física y consumir sustancias como el tabaco y el alcohol no solo afecta la presión arterial y es causa de enfermedades cardiovasculares, sino que puede aumentar el riesgo de accidentes cerebrovasculares y enfermedades como el Alzheimer.

Centers for Disease Control and Prevention habla de esto y señala que enfermedades como la diabetes también pueden afectar la salud cerebral. Hay que tomar en cuenta que tener niveles muy altos de azúcar en la sangre afecta los vasos sanguíneos del cerebro y reduce su capacidad de recibir oxígeno y nutrientes que necesita para estar sano.

De hecho, enfermedades como diabetes tipo 3 se incluyen dentro de los factores de riesgo de una gran parte de las enfermedades neurodegenerativas.

Pero esto no es todo, y es que algunos factores externos también pueden afectarnos. Las lesiones cerebrales, por ejemplo, pueden ocurrir como consecuencia de golpes o impactos en la cabeza.

Si quieres aprender más sobre lo que hablamos en este apartado, te recomendamos leer nuestro artículo sobre las consecuencias del tabaco. En él explicamos cuál es la relación que hay entre su consumo y las enfermedades que afectan el cerebro, y te brindamos algunos consejos para abandonar el hábito de fumar. 

Prevención y diagnóstico temprano de enfermedades neurodegenerativas

Tomar medidas para prevenir y diagnosticar las enfermedades neurodegenerativas en sus etapas iniciales es clave si se quiere tener un cerebro sano. Hay que resaltar que enfermedades como la demencia vascular no manifiestan síntomas en sus primeras etapas, ya que en ellas apenas se presenta deterioro cognitivo leve.

Es cierto que se trata de enfermedades que no tienen cura y que son más comunes luego de cierta edad, pero se pueden tomar medidas preventivas o, en su defecto, aplicar tratamientos que retrasen la progresión de la enfermedad y de sus síntomas.

En un artículo en el que hablamos sobre la prevención del Alzheimer, señalamos que hay que tener bajo control factores de riesgo como la obesidad, el sedentarismo, el colesterol alto y la hipertensión. Lo mejor de todo es que para ello solo hay que seguir las indicaciones que resaltamos en apartados anteriores, y hacer lo posible por tener un estilo de vida saludable.

Es cierto que la alimentación y el ejercicio no previenen todas las enfermedades, pero sí que reducen el riesgo de forma considerable. A esto se puede sumar la práctica de ejercicios de respiración y relajación, los juegos cognitivos y las actividades estimulantes para el cerebro, entre muchas otras alternativas más. 

Estrategias para mejorar la salud cerebral a largo plazo

Para finalizar, vale explicar cómo integrar todas estas estrategias que mencionamos dentro la cotidianidad y mejorar la salud cerebral en el largo plazo.  

La clave está en hacer pequeños cambios en los hábitos y en la rutina diaria. Hay que tener claro que pensar en cambiar por completo el estilo de vida al que se ha estado acostumbrado no es algo realista, y que establecer objetivos muy ambiciosos puede causar frustración y desánimo.

Se puede empezar de a poco y valerse del uso de herramientas digitales y aplicaciones que pueden servir tanto para llevar un registro de la alimentación como para entrenar la mente y mantenerla ágil.

También se puede acudir a un especialista y poner en práctica estrategias como la terapia de reminiscencia, que ayuda a preservar las funciones cerebrales y estimula áreas muy específicas como la de la memoria.

Ten presente que este artículo cumple con un propósito educativo e informativo, y que no reemplaza la opinión de un experto. Si quieres tomar medidas para tener un cerebro sano, puedes apoyarte en el conocimiento de un profesional, ya que te puede brindar consejos personalizados y ayudarte a lograr las metas que puedas tener en relación a tu salud.